Siempre he pensado que en la parte más nórdica de Europa pasan cosas medias marcianas. Será la temperatura, la poca luz solar y los parajes “élficos” que definen a personajes peculiares, como venidos de otro planeta. Cuando en el 2002 vi por primera vez este video del disco Ágaetis byrjun (1999), sólo comprobé mis especulaciones. En los que siguieron ( ) (2002) y Takk (2005) se repetía la fórmula exquisita de personajes que parecen duendecillos del bosque, que se desplazan en cámaras lentas por contextos oníricos, musicalizados delicadamente por la anomalía sonora de un idioma incomprensible.
Pues ahora parece que los duendecitos crecieron. Siguen en el bosque, pero ahora más revoltosos que nostálgicos. En palabras de los directores Arni & Kinski, al dar las instrucciones para la filmación del video de Gobbledigook, nada de cámaras lentas, “just a total ecstasy of joy feeling”.
A mi parecer, el lugar de dónde vienes define en gran parte la obra que produces, y la colección de imágenes, situaciones y personajes que se muestran acá dan absoluta cuenta de ello. La tierra del hielo y Sigur Rós están estrechamente vinculadas y su obra musical simplemente no podría ser de otra manera.
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